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Ampparito: un tour personal por su última exposición

17 de Noviembre de 2020
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«Cuando Manuela y Pablo me invitaron a hacer una exposición en La Causa este junio pasado yo venía con una primera idea mucho más instalativa. Como todo se tuvo que retrasar me di cuenta que no tenía mucho sentido ir por ese camino, pues la exposición estaría muy condicionada por la ‘presencialidad’ real o virtual de una audiencia. Y con eso de hacer de la necesidad virtud decidí centrarme precisamente en la presencialidad en sí misma y la influencia que hoy en día tiene sobre cualquier disciplina artística el hecho de que el espectador vea algo en persona o a través de una pantalla», dice Ampparito (Madrid, 1991) sobre [2020] [TS-Screener] [ESP], la exposición inaugurada el pasado viernes 6 de noviembre en La Causa Galería de Madrid. ¿Su reto personal? Llevar al interior de una galería y al formato expositivo el trabajo que realiza en el espacio público. Un trabajo conceptual en el que a base de observación y estudio del contexto y el espacio donde actúa el artista es capaz de dar un giro tan inesperado como efectivo a una realidad que todos vemos y que solo con una mirada aguda y afinada él observa.


Fue a partir de estos meses de pandemia, en que los teléfonos y en general las pantallas se convirtieron en nuestra ventana al mundo, cuando ideó hacer una exposición con dos visiones diferenciadas: la exposición cambia si la ves en directo o si la ves a través de la pantalla de un dispositivo. Tomando como línea conceptual el formato TS-Screener (el formato usado para grabar películas con una cámara en el interior del cine para luego compartirlas en Internet) y la visión subjetiva que implica el mismo, el artista nos guía por una exposición entre lo analógico y lo digital, lo rural y lo tecnológico para conseguir, una vez más, sacarnos de nuestra zona de confort con un ‘boom’ de ideas que no dejan a nadie indiferente. Si estás en Madrid tienes hasta el 4 de diciembre para verla, si no, Ampparito te la cuenta a continuación en primera persona.


Arrancamos con el artista madrileño una serie de artículos (o tours personalizados) donde los protagonistas, a través de su palabra, nos dejan entrar en su cabeza para conocer desde dentro sus más recientes exposiciones. Viajar se nos ha complicado en los últimos meses, pero el arte sigue vivo en las paredes de las galerías, que no se nos olvide. Sigamos creciendo.






«La copia de la copia para que algo luego sea compartido es cada vez más recurrente. Es una manera de robar algo digital, grabando a través de la propia pantalla y no hace falta ni tener el archivo», dice haciendo referencia al formato TS-Screener. «Y precisamente ahora, que tendemos a ver la realidad de un modo ‘screener’, a través de videos, video llamadas o recorridos virtuales, cuando esa tercera dimensión que hemos perdido por no estar delante la tenemos que intuir a través de las dos dimensiones de una pantalla: si algo es pequeño significa que está lejos, si algo es grande es que está cerca… Sin embargo, la persona que hace ese ‘screener’ tiene mucho poder para manipular lo que ocurre», continúa. «Esta tesis inicial se entronca con el ‘precio’ a pagar cuando compartimos algo de manera digital, que baja la calidad, que lo que compartes deja de ser lo que era en el momento que pasa al formato digital», añade en forma de introducción.


 






«Esta es una pieza procesual que hice en mi pueblo. Me doy un paseo, cojo tierra -unos 20kg-, y me la llevo al estudio. Le pongo agua, bato bien la mezcla para hacer barro, lo meto en un molde y con un bisturí hago unas incisiones de tal manera que cuando el barro seque se agrieta dejándose leer lo que he escrito: en este caso usé el nombre del banco de imágenes iStock pero también está el de 123RF. De alguna manera lo que estoy haciendo es una marca de agua literal, es el testigo real que deja el agua cuando se va. Una vez lo tengo hecho devuelvo el bloque de barro al sitio de donde saqué la tierra, lo coloco en el hueco, le saco una foto y subo esa fotografía con la marca de agua real al banco de imágenes. Entonces lo que pasa al subir la foto es que los bancos de imágenes para protegerlas le ponen su marca de agua digital. Ocurre una contraposición entre esa marca de agua real hecha por el agua con la digital insertada por el banco de imágenes».


 






 


«Estos son ejercicios formales de elementos propiamente digitales hechos en maqueta en analógico y que a través de la pantalla del teléfono 2D pasan al mundo digital. Si ves en directo la pieza de Youtube parece un decorado, ves la separación entre la pieza y la pared pintada, pero en el momento que le haces una foto o un vídeo pasa a ser un video de Youtube que parece real [se puede observar en la foto lateral y frontal]. Lo mismo pasa con la pala, que parece que es un glitch visto a través de la cámara pero a la vista salta que no. En el momento que usas una pantalla pierdes calidad, se convierte en algo en 2D y se produce esa magia de vuelta al mundo digital. La vasija tiene un cuadrado perfecto en su interior y es una anamorfosis: cuando lo ves de frente parece perfecto pero en cuanto te mueves ves que está recortado y que es curvo, que la vasija no es plana y que el cuadrado es un rombo y deja de ser plano para coger volumen en la realidad».


 






«Estos son una especie de realidad aumentada rural. Estás viendo a través de la pantalla elementos que con los ojos no ves y que a través del móvil están en la habitación. Normalmente son unos elementos super contrastado por que son colores luz y parecen que son muy frágiles, no son matéricos, no pesan y se ven digitales, no es nada que tenga densidad. Si lo ves a través de un móvil son cosas que están flotando, pero cuando estás físicamente delante de ellos y te acercas ves que son piedras de 10kg cada una. Hay un contrasate brutal entre verlo a través de una pantalla o insitu. Lo mismo pasa con el balón que tiene ruedas, visto desde un plano cenital parece un balón de fútbol pero como pesa tanto solo se puede mover en dos dimensiones, la tercera no la tiene, no le puedes dar una patada y que salga para arriba».


 






«Esta pieza es una idea que tenía en mente desde hace bastante tiempo: ahora que casi todas las cosas que se hacen en la calle son fotografiadas hasta la saciedad quería hacer una pieza mural que no pudiera ser compartida porque en el momento en que lo haces digamos que “deja de funcionar”. Pinté una casa casi entera con este efecto ‘moiré’ y en el momento en que tu hacías un video se creaba una distorsión debido a que las líneas curvas al tener que ser representadas en una pantalla con cuadraditos, que son los pixeles, no logran hacerlo y deben elegir entre blanco y negro. En esa indecisión de la cámara se produce un efecto flash que puedes ver cuando haces un vídeo. En cuanto ese vídeo lo reenvías los píxeles dejan de ser blancos y negros y algunos se hacen grises debido a esa pérdida de calidad y así sucesivamente… La tercera vez que se envía pasa a ser un elemento gris, y deja de ser la obra que hice. En realidad todo esto viene de un tipo de camuflaje que se llama disruptivo, que en lugar de querer no ser visto lo que se intenta es que no se averigüe su forma y la distorsiona. Lo usan los prototipos de coches que salen a la carretera en pruebas antes de salir al mercado, para que no les copien el diseño los sacan pintados de esta manera. Y lo mismo los barcos de la I Guerra Mundial, así cuando los submarinos les disparaban no podían anticiparse al rumbo que llevaban».


 






«Esta obra es el prototipo de algo que me gustaría hacer muy grande. Hay en el suelo colocado un espejo cóncavo de aumento de visión donde se refleja una diana que está pintada en el techo. Al mirarlo en persona, con nuestros dos ojos, el espejo al ser cóncavo refleja dos dianas, una por cada ojo. Es casi como cuando te has tomado un par de copas. En el momento que pasas de verlo con tus ojos a verlo con la pantalla del móvil que solo tiene una lente, cuanto más te acercas vas teniendo más definición y la diana se va moviendo a medida que tu lo haces. Cuando crees que has dado en el objetivo te mueves y el objetivo cambia. Si existiesen solo dos dimensiones la cosa sería muy fácil porque nunca cambiaría el punto de disparo, pero la tercera dimensión que nos permite movernos por el espacio provoca que el punto de la diana nunca esté en el mismo sitio. Cuando salió esta pieza fue bastante mágico».


 






«El concepto de esta obra es pintar el objeto sobre sí mismo pero a un tamaño más pequeño para alejarlo. Se juega con la representación del objeto sobre el propio objeto para darle perspectiva. Hay dos balones colocados en el techo a diferentes distancias: uno pintado muy pequeño cerca y otro pintado más grande más alejado, así que en la manera que están colocados, parecen que están a la misma distancia si les sacas una foto».


 






«Esto es a lo que llamo el ‘Bonus Track’ de la exposición y es también un prototipo, mi idea es hacerlo mucho más grande en una escultura. Se trata de un ejercicio de figura-fondo en el que al final la figura es el protagonista con el que te quedas y lo que llama la atención y el fondo sirve como escenario para el protagonista. En estas esculturas urbanas representan un símbolo de poder. Llevan un proyecto detrás, están hechas con hierro, un material noble… Busco deformar estas figuras-homanje que están puestas por el poder político, con algo tan fácil, tan chillón y tan profano como lo son unos balones de baloncesto de 4€ que entran por desinflados y que una vez hinchados no pueden salir. Es como meterse dentro de una casa de ladrillos y empezar a hacer otra casa de ladrillos dentro. Estos se adaptan a la figura haciendo que los huecos que eran fondo pasan a ser figura y muta la original con algo que mata completamente ese homenaje y solemnidad que tiene la estatua. Hay una parte de contraposición entre materiales, entre el poder y lo accesible. Busco rodear ese aire y lo puedes hacer de hierro, cemento, goma o globo, pero la consecuencia es la misma: una ausencia de espacio. Con estos últimos materiales es más sencillo volver a recuperar ese espacio pero con materiales nobles el poder es capaz de ‘robar’ o clausurar espacios de manera más permanente. Es un ejercicio poético de convertir un homenaje en otra cosa, convirtiendo la figura a fondo y el fondo a figura. No he tenido ningún permiso para hacer esto pero al ser algo tan sencillo de quitar no ha causado ningún problema. Pronto llegará un proyecto a lo grande bajo este mismo concepto».


 


 


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